No hay luz al final del Tunnel

La emblemática sala Tunnel Rock cierra sus puertas dejando tras de sí un legado de 31 años de música en vivo: la escena local se enfrenta a un futuro incierto

Fundada por el visionario uruguayo Ivor Meléndrez y el mallorquín Toni Fuentes, Tunnel Rock llegó a convertirse en un oasis de música en vivo en las noches palmesanas. No solo fue un lugar de encuentro para los amantes del rock, metal y punk, sino también un refugio para las bandas locales que encontraron en su escenario un lugar para ser escuchados y reconocidos.

Desde sus inicios, Tunnel destacó por su capacidad de adaptarse a las corrientes emergentes de la música alternativa, sin perder esa esencia distintiva que lo convirtió en un lugar de referencia para la escena más rockera y underground. La sala fue testigo de la evolución del género, acogiendo a casi todas las bandas de rock/metal de la isla y ofreciendo una plataforma digna para la música local. Este adiós se suma a una serie de cierres que han mermado la oferta musical de Palma en los últimos años, incluyendo lugares tan emblemáticos como Bluesville, Fraguel Rock o Nahual, o más recientemente Novo Café Lisboa y Maraca Club. A pesar de los esfuerzos y una campaña de micromecenazgo en 2021, Tunnel no ha podido superar los desafíos que enfrenta el sector.

El cierre de Tunnel es un reflejo de los tiempos cambiantes. La cultura del rock, antaño un pilar de la socialización, ha visto disminuir su atractivo entre las nuevas generaciones, quienes encuentran en la tecnología una nueva forma de conexión. Además, la transformación del barrio de Gomila, la presión inmobiliaria y la turistificación de Palma poco a poco han ido desplazando la música en vivo desde Ciutat a los polígonos, ayudados también por las cada vez más estrictas normativas contra el ruido y los desafíos técnicos de aislamiento acústico de los locales, en muchísimas ocasiones insalvables.

La desaparición de Tunnel deja un vacío en la escena cultural palmesana que difícilmente podrá ser llenado. Es un recordatorio de que la música en vivo es más que un simple pasatiempo: es comunidad, es cultura, es vida. Este cierre no supone solo la desaparición de un local con solera, se lleva consigo un pedazo de la historia musical de Palma y se pierde un valioso escenario para las bandas locales. Tal vez sea el momento de reflexionar sobre el valor de la cultura y la necesidad de preservarla para las futuras generaciones.