Nadal Eclèctic en Es Gremi

Los supuestos de partida ya son de por sí ingeniosos: en pantalla un higrómetro, la iconografía tradicional des frare utilizada popularmente para predecir el tiempo, que va señalando «aleatoriamente» dos nombres de artistas y una canción a versionar. Y a partir de ahí, la música en su versión más lúdica, componente tan genuina como otra cualquiera. Porque si para sonar bien hay que ser artista, para entretener hay que ser muy artista.

El ingenio funciona y tiene hechizo. El ritmo y el dinamismo son ejemplares, el desparpajo de quienes presentaban era creíble e impecable, las parejas artísticas derrocharon complicidad y cachondeo versado, las versiones sonaron unas más pulidas en lo musical que otras, pero todas sonaron entre bien y rebién, y las sucesivas puestas en escena evidenciaban trabajo de ensayo al mismo nivel, unas más fluidas que otras pero todas convincentes. Me da a mí que Annalisa piensa más o menos lo mismo:

Hubiera sido fácil al ver tal cantidad de nombres en un mismo cartel imaginar una noche larguísima e infumable, con cambios de grupos eternos y silencios incómodos. Quizás eso mismo fue lo que imaginaron todos aquellos que se perdieron esta fiestaza. Poco público llonguet quizás, y mucha gente venida desde todos los puntos de la isla para disfrutar de una noche dinámica, originalísima y divertida a raudales.

El tono lo puso ya el diseño gráfico del fondo de la pantalla que se encargaba de seleccionar el nombre de los artistas que habían de salir a continuación. Como si de un concurso televisivo se tratase, la varita del fraile dominico que indicaba la meteorología del día siguiente en casa de tantos de nuestros abuelos, señalaba en este caso uno de los artistazos de la isla que conformaron el elenco de esa noche.

Los presentadores, dinámicos como ellos solos, consiguieron hacernos reír y aplaudir a lo largo de casi dos horas de conciertos. Fue un gustazo ver cómo los diferentes grupos se apropiaban de un tema y lo interpretaban a su guisa. Desde versiones más absurdas como el karaoke de Jorra Santiago y Àngel Garau, hasta traducciones de canciones inglesas pasadas por el autotune («Madó Melmelada» de Fades y Júlia Colom), hasta dúos reguetoneros en los que se fusionaban las canciones de sus dos integrantes («Pura geografia» del último álbum de Maria Jaume y «Deliri» de Plan-ET).

Parecía difícil superar los temas que habíamos escuchado toda la noche, hasta que la traca final de Pitxorines y Juanjo Monserrat con «La tortura» (la colaboración entre Shakira y Alejandro Sanz) nos dejó con ganas de más, y la seguridad de que el año que viene volvemos fijo.

Efectivamente y como señala la partner in crime, probablemente el año que viene el despiporre intachable Nadal Eclèctic, organizado por el molt estimat equipo de la revista musical S’Altra Música, vinculada al MoboFest, llenará por cuarta vez consecutiva Es Gremi. De hecho, órdago: para la próxima, a la sala grande.