Tanto trayectoria como recuerdo son tan brillantes que el retorno de este festival musical maravillosamente heterodoxo es por derecho propio noticia importante, y lo es doblemente: traerá consigo la reaparición, aunque fugaz, de los sensacionales Pujà Fasuà
Podía haber ska como podía haber funk, indie, noise, flamenco, pop, punk o metal. Pero es que además podía haber tanto electrónica de club como ambient, techno, drum ‘n’ bass o hardtechno. El Festival Inc’omodo figura con letras de oro en la brevísima nómina de iniciativas pioneras que hace casi quince años lo apostaron todo a una sola carta: la buena música independientemente del género. Y no en días sucesivos sino toda concentrada en una sola jornada. Ideal para quien a la cuestión «¿a ti qué música te gusta?» contesta impenitente: «La buena, sin más».
Desde la primera edición del 16 de octubre de 2010 en la rotonda de la antigua Gesa de Inca, hasta la del 18 de noviembre de 2017 en la Factoria de So de Santa Maria (la que se convirtió en su residencia más habitual), fueron diecinueve capítulos. Nació como cita anual, pero rápidamente la aceptación popular a su maravilloso desprejuicio hizo posible y necesario ampliar convocatorias. Pasaron a dos en 2012 (se saltaron 2011), cinco en 2013, y desde 2014 en adelante se asentaron en cuatro, una por estación del año.
«Uno de nosotros dijo ‘estaría guay volver’, y nos dijimos ‘venga’. Así fue, sin más, de un día para otro». Quien revela la génesis hipercomprimida del retorno es Martí Coll (Inca, 1988), alma mater del festival junto a Josep Lluís Maroto, Emilio Rodríguez, Josep López y Javier Villalonga. La conversación sonó así de convincente: el Festival Inc’omodo no son más que cinco amigos que aman tanto la música como para decidir en cerocoma lanzarse a por la montaña de trabajo que supone montar una cita de estas características. En cuanto a la conexión entre el ayer y la actualidad de la música, Coll ha sembrado una consolidada trayectoria como DJ bajo el sobrenombre Martin Tawler, mientras Maroto fue la mitad de aquel extraordinario dúo de DJs que fue Scratch&Sniff, surgidos precisamente al albur del evento. Rodríguez (el «alma más libre» del grupo) es mestre d’aixa en Alemania, y Villalonga, ‘Javi Gonzo’, es hoy un valorado productor musical.
Otra de las facetas novedosas que solidificó en el gremio musical de aquellos años fue la de ampliar la experiencia musical a otros sectores tanto artísticos como de actividades o de mismo público. Así, Inc’omodo perfiló una completísima y muy personal oferta artística y de ocio que, prácticamente desde sus inicios y progresivamente, incluyó mercadillos con producto de diseño local, exposiciones de nombres autóctonos (Incomod’arte), actividades musicales dirigidas al público más joven (Inc’omoditos), o apuestas de puro estilo como rampa de skate y un punto de atención de Energy Control, programa de información y intervención cuyo objeto es la reducción de riesgos en el ámbito de los consumos recreativos de drogas.
Para fenómenos, Pujà Fasuà
Revisar la lista de participantes en las sucesivas ediciones del Inc’omodo lleva a recordar nombres esenciales en la historia reciente de la música balear, y también a sorprenderse de la temprana presencia de figuras que hoy gozan de un esplendoroso presente. El primero no da lugar a dudas: los manacorins Pujà Fasuà (como dato puntual, aún se recuerda el tremebundo directo que ofrecieron en el MoboFest 2021, para muchos asistentes el mejor concierto del festival de aquel año) Coll recuerda cómo «estuvieron presentes ya en la primera edición de 2010», y es que el renacimiento de este 2023 ha traído una segunda gran noticia: la banda, oficialmente disuelta, regresará para actuar en la presente edición.
«Que yo sepa Pujà Fasuà no han vuelto, solo harán este concierto -aunque hicieron una única actuación este pasado verano en Portocristo-. ¿Y nosotros, el festival? No lo sabemos. Vamos a hacer esta edición para el recuerdo, y después ya veremos». Coll y el resto de nombres propios del evento son plenamente conscientes que sus trece años largos de vida ya dan para ver que “las generaciones han cambiado. Hay público nuevo”.
¡Más música, es el Inc’omodo!
Para este 2023 el festival sigue apostando por aquel único criterio mencionado: la calidad musical sea cual sea el género que transite. Y conscientes del relevo -o ampliación- generacional, vuelve a ser maravillosamente heterodoxo. Como cabezas de cartel, La Gran Orquesta Republicana en versión Sound System, capaces precisamente de concentrar a varias generaciones de público. Ítem más, redundando en otra de las esencias de la casa, apuestan por un nombre reverenciado en la electrónica más férrea, en este caso la del valenciano FinalVersion3, proyecto del DJ y productor Pablo Barberá, que incluye extensiones solicitadísimas como el sello Gordo Trax y sobre todo las fiestas Club Gordo.
Completan la sólida programación el mismo Coll como Tawler, el colectivo Atàvik, uno de los gremios que mejor sublima la cultura jamaicana y de los Sound System, además de los DJ Matk & Botet, «nuevas figuras de la escena, precisamente para esas nuevas generaciones, que además solo han pinchado juntos una vez, lo cual lo hace más excepcional» y la muy reputada y ya histórica Treze, maestra de techno y hard techno. Otro nombre cuya labor se vincula particularmente al festival y es hoy un profesional de referencia es Minimal TV, Javi Cadavieco, pope de lo audiovisual.
Como complemento y remate lustroso, las exposiciones: mostrarán su trabajo Pere Plomer (bajista de Caspary y autor del cartel de este año, traerá principalmente sus cada vez más cotizados collages), y el ilustrador de prestigio más que creciente Joan Planells.
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Periodista de Cultura desde 1997. Lo último, 18 años en Diario de Mallorca (también como diseñador editorial). Antes recuerda haber pululado por Cadena Ser/Radio Mallorca, IB3 TV/Ràdio, Mondo Sonoro Balears, Youthing o Radioaktivitat, más diversas promotoras, productoras, agencias de comunicación, centros de creación y gestión cultural, etc. Ingresos extra como DJ y liante.
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