Foraster: «Una canción sale mejor de una equivocación»

¿Por qué hay tanta personalidad musical y artística en Felanitx y alrededores?

Y ahora ha resurgido. Hubo un cierto declive hace unos años. También durante un tiempo el centro neurálgico de la música en la zona de Llevant era Manacor. Tot Sants crearon escuela, había dos o tres tiendas de música… No sabría decir por qué. Tendrías que investigarlo.

Vaya Dream Team sois la banda.

Conocí a Jose cuando tocaba en un grupo de rockabilly. Los Flannagan’s, o algo así. Y ya en los últimos tiempos hacía rumba en Manteca Colorá. O sea, sobrassada [ríe]. A los dos nos gustaba mucho Juan Perro, y por eso quedábamos a menudo en mi taller para tocar. Incluso llegamos a hacer un par de bolos. Toni tuvo principalmente dos grupos. Uno era Territorial Pissings.

Históricos del indie y grunge en la isla [el nombre del grupo viene del título de una canción de Nirvana].

Y sobre todo Lillian Bridge, que sonaban de puta madre pero fue el detonante de que dejara la música.

Tú también tienes una larga lista de bandas en tu equipaje.

Empecé haciendo rock radical ya desde los 16 años. Pero sobre todo destacaría Murder in the Barn y The Deep South, con Toni Monserrat, donde toqué doce años. Con él tocaba en un dúo acústico, y con Murder toqué al final de todo, en los dos últimos bolos. Cuando quiso pasar a cantar en inglés nos quedamos la misma banda que Murder, y entonces nos llamamos The Deep South. Antes de eso hice mucho blues, como con Midnight Blues Band. También estuve un tiempo con Los Interminables, y unos cinco años en Diary Made con Mireia [Flores, actualmente cantante de Ombra], que llegamos a grabar un disco.

Y a Jaume le conocisteis como músico y como fan.

A principios de los 2000 vino a la presentación del primer disco de The Deep South, en el Teatre de Lloseta. Era 2003 o 2004, cuando tenía 18 años, y vino a tocar un tema. Siempre ha tocado, por ejemplo en Misty Mountain, que tocaron mucho por toda la isla. Estuvo en Sterlin, y ahora está en la banda de Toni Monserrat y también en Los Bravos.

Y en la batería un fundamental de la guitarra en la isla, Joan Roig: Manfel, Shenobi, y ahora en Saïm.

Yo le llamo «Joan el castor» porque el local está lleno de trozos de madera por las hostias que le pega a la batería. No sé si porque es guitarrista, pero diría que toca la batería como toca la guitarra.

Intriga saber cómo funciona en el local de ensayo una formación con tanto equipaje musical.

Cuando Toni y yo fundamos el proyecto teníamos una cosa muy clara, porque musicalmente hablando somos muy parecidos en la manera de pensar: queríamos hacer algo sencillo. Por ejemplo, si escuchas Foraster no hay ningún solo. Y eso que yo venía de bandas donde era el guitarra solista. Incluso tenemos canciones de un acorde. Ya ni hacemos el acorde número dos. Normalmente yo llevo al local el 90% de las ideas. Rara vez llevo algo más trabajado. A menudo pruebo una guitarra en el taller y me sale un riff que luego llevo al local. Lo toco, y si todos siguen tocando es que es bueno. Todas las canciones se hacen en el local. Toni hace las letras y Jose las melodías. Le das cualquier letra y te la canta. Hace una cosa espectacular: a veces se equivoca de letra en una canción pero te la canta igual. Podría cantar todas las letras encima de la misma canción. No sé cómo lo hace.

Del puro trabajo manual, técnico, en tu taller de luthier, han salido canciones.

Las canciones son ideas. No puedo hacer un tema si me tengo que concentrar en acabarlo, o en componerlo entero desde cero. Sale mejor de una equivocación.

Llámalo equivocación, yo lo llamaría oficio.

He de reconocer que me gusta cómo pasa: llego al local con una idea, un riff, una línea, Joan se suma enseguida a la batería, y casi al instante todo el mundo sigue y empieza a tocar. Y eso no pasa siempre. Las canciones salen solas.

Has dicho que los textos son de Toni. Llaman poderosísimamente la atención: no es que haya voluntad de estilo, es que hay peso y personalidad y discurso.

Es curioso porque nunca nos habíamos planteado que él los escribiera. Surgió en el cambio de cantante, de Mireia a Jose. Le pregunté a Toni si se veía capaz, si le apetecía. Dijo que podía probar. Y cada vez que traía una letra nos quedábamos flipando. ¿De dónde has salido y dónde tenías escondido todo esto?

Y hablando de poderío, algo esencial en Foraster, de lo que habla tres cuartas partes de la isla: la voz y la presencia de Jose. No sé quién se ha podido sentir más intimidado (o estimulado): si la banda por tener que complementar, aportar, reforzar su poderío escénico como frontman, o él por tener que ponerse al frente de una formación con ese bagaje y capaz de ese sonido.

Tengo guardado el audio que le envié diciéndole que estaba montando una nueva banda, preguntándole si le apetecía probar. Y me contestó con otro audio diciendo: «Eh, que soy Joselito, es foraster. Creo que te has equivocado de número, que querías escribir a otra persona. Pero te perdono, adéu». Y colgó.

Y eso que ya te conocía de haber tocado juntos.

En aquella época nunca se aprendía las canciones. Hasta le dije que si no se las aprendía no quería tocar más con él. Porque yo sabía que él tenía ese poderío, pero lo de ahora no me lo esperaba. Primero porque a toda la gente que probamos para cantar le faltaba potencia. Tocábamos y no les oíamos. Cuando vino Jose tuvimos que subir el volumen de los amplis. Es una apisonadora. Jose es el grupo. Nosotros le acompañamos, tocamos para él.

¿Hay un problema en esta isla con las guitarras altas?

Si tocas alto tienes un problema añadido.

Lo canta Jose en La mar brama: «La mar com més té, més brama». Vuestras guitarras tienen mucho que contar, ergo deben sonar altas.

Una cosa es así: un amplificador suena bien cuando le metes tralla. Es cuando suena mejor. Para tenerlo al 2 y la mesa al 10… para eso te enchufas directamente a la mesa. Un ampli suena guapo y caliente cuando lo tienes al 7 o al 8. ¿Tú crees que a Hendrix le pedían que bajase el volumen?

Grabar un disco debut con Paco Loco es tener las ideas muy claras.

Me obsesiona el sonido. Tengo el taller lleno de amplis antiguos, guitarras antiguas, pedales… Un amigo me habló de Paco Loco, y me dijo que había escrito un libro [Loco: Cómo no llevar un estudio de grabación; Editorial Hurtado & Ortega, 2019]. Era cuando ya estábamos hablando de dónde grabar, y tras leer su libro quería ir aunque solo fuera para conocerle. Además, aunque todos en la banda conocíamos a alguien con quien podíamos grabar, o teníamos algún tipo de compromiso, yo quería estar centrado en ello. Ir, comenzar y grabar. No estar yendo en tu tiempo libre o los fines de semana o los festivos. Cuando grabas en Mallorca a menudo te tiras tres meses. Cuando te vas fuera te dejas cuatro días libres para hacerlo todo. Pensé que era una locura, pero le llamé. Me dijo que tenía hueco en dos-tres meses, lo propuse, y fuimos. Volvería ahora mismo. Todos los haríamos.

Qué lujo poder estar todo el día pensando únicamente en música.

Lo es.

Y qué conciertazo dio con su banda Los Jaguares de la Bahía en el pasado Festival Rockin Matxin.

La gente flipó mucho por un motivo u otro. Hubo a quien no le gustaron nada, pero a quienes les gustó, les gustó muchísimo. Y es que lo que hace con su grupo no lo encuentras en ningún otro.