Niños Mutantes te van a enseñar cómo hay que separarse. Porque nos han enseñado tantas cosas, el talento melódico incontestable, las letras de acierto puntiagudo, el sentido del humor de la cotidianidad humana y necesariamente desfasada, que seguro que también se vuelven modélicos a la hora de definir cómo hay que largarse.
Han sido treinta años de carrera, y el cliché esperemos que verdadero es que serán los primeros treinta años de su carrera. De hecho, el nombre de la gira es “1994/∞” [símbolo de infinito para quien no aprendiera a moverse por el mundo LODE o LOGSE mediante]. En el recorrido, joyas del indie pop canónico y sin soborno. Es decir, más de sala que no de festival, aunque hayan conquistado la mayoría de estos en este país.
Los granadinos protagonizarán este sábado 26 de octubre una de las jornadas de Es Gremi Sounds, ciclo de conciertos y eventos por el aniversario del complejo musical (21:30 h, 25 €). Es el bajista Mique Haro quien responde a este cuestionario.
¿Cuántas veces habéis abandonado?
¡Ninguna! Esta es la primera.
Raro. Las trayectorias largas suelen incluir al menos conatos.
Cierto, tuvimos uno, pero no llevó a nada. Lo contamos en «NM» [incluida en el álbum Diez (Ernie Records, 2017)].
Estoy seguro de que entre vosotros habéis hablado de ello: en treinta años ha mutado mucho eso de escribir canciones.
¿En particular o en general?
En el ámbito que quieras, o en todos.
Claro, primero y en concreto en nuestra forma de hacer canciones. Todo cambia en tu perspectiva cuando te deja la novia, tienes hijos o vives una bancarrota económica. Y que todo va evolucionando cuando descubres y ganas recursos, para luego ir eligiendo unos y abandonando otros.
¿Y en general?
Sobre todo en las letras porque ya no escribes para la misma gente. Y que antes para hacer ruido era necesario juntarse con otras personas, pero hoy ya no. Puedes hacer mucho ruido tu solo en tu casa.
La palabra o concepto que más me mencionan en entrevistas que muta, evoluciona o desaparece, es «urgencia».
Normal, va relacionado con la edad. Que no es mejor ni peor.
También habitual: artista de largo recorrido que echa un vistazo general a su obra, se da cuenta de que siempre habla de lo mismo, y le gusta que sea así. No es repetirse, pero tampoco hace falta voluntad enciclopedista.
Exacto. De hecho es bastante habitual en lo artístico. Los temas no suelen ser tantos: la vida, la muerte, el amor. En nuestro caso ha sido así, con el añadido de un poco de denuncia social.
Cerráis la gira con cuatro fechas en casa, en Granada, y con las entradas agotadas. Pero inevitable preguntarse si algo habría sido diferente si fuerais una banda de Madrid o Barcelona. Que es una cuestión muy noventera, por cierto.
Ahí está: es que somos de Granada.
Ups, cierto. Que es Granada y no otra ciudad. Granada es noventas, dosmiles y hoy día.
Exacto. Como muchas bandas, nos hemos empeñado en no irnos de aquí. El único granadino que se fue es Miguel Ríos, y al final volvió. Granada es una sede musical, y ya lo era en los noventa. Para qué irse.
También inevitable preguntarse cómo os hubiera ido si fuerais una banda de pijos. ¿No te parece que en los últimos años el pop y el indie está algo copado por pijos?
[ríe] Se han sumado al indie, que además hoy ya no es tan indie. De todas formas hay calidad. No suelo ser muy crítico con todo ello, hay calidad.
No digamos pijos, digamos neosensiblones. No le cantan al veneno-polen [título de la primera canción de su primer álbum, Mano, parque, paseo, editado por Astro en 1998], o a los cuchillos y diamantes [título de su último álbum de 2022 en Ernie Records].
También es que hay más público en el indie mainstream, y puedes tocar en más festivales, que no en salas.
¿Cuando grababais Cuchillos y diamantes sabíais que iba a ser el último? Porque lleva a pensar si hicisteis una reflexión sobre qué temas meter.
La verdad es que no, aunque también es cierto que cuando llevas unos cuantos discos, la cuestión empieza a revolotear quieras o no. Fue el disco más duro, con la pandemia y todo aquello. Nació muerto, pero nos empeñamos en que naciera.
Sabes que nunca te vas a poder despegar de discutir, comer como un animal, pelearte, contar chistes solo tuyos o emborracharte hasta hacerse de día [anotaciones incluidas en el texto de despedida de la banda]. Nunca vas a poder despegarte de la música. ¿Tienes planes?
Ahora mismo no.
Pero vas a ser eternamente errante y mutante, y lo sabes.
¡Siempre! Tengo una banda previa, Mama Baker, que ha ido apareciendo más esporádicamente. Pero tocar con ellos no es algo en plan profesional, sino como juntarse colegas para jugar al fútbol.
¿Cuántas canciones se quedan en el cajón?
Algunas se quedan. Es inevitable, sobre todo porque en cada disco siempre hay descartes.
Me encanta hacer esta pregunta, y obviamente no se la puedes hacer a todo el mundo: ¿qué se aprende después de haber dado más de mil conciertos que no se aprenda tras leer mil libros o ver mil películas? Algunas respuestas: según Florent de Los Planetas, a saber quiénes son tus amigos; según Charly de Los Suaves, a no pisar los cables en el escenario.
Por supuesto, a disfrutar de cada momento.
Aunque a veces haya personas, factores o imprevistos que parezcan empeñados en que no lo consigas.
Los hay.
Habéis actuado bastantes veces en la isla. ¿Es verdad que el público es frío?
[ríe] No tengo ese recuerdo.
¿Pero no lo tienes o es que, por lo que sea, no te acuerdas?
[ríe] No, no, nunca me ha parecido un público especialmente frío.
Publicado por:
Periodista de Cultura desde 1997. Lo último, 18 años en Diario de Mallorca (también como diseñador editorial). Antes recuerda haber pululado por Cadena Ser/Radio Mallorca, IB3 TV/Ràdio, Mondo Sonoro Balears, Youthing o Radioaktivitat, más diversas promotoras, productoras, agencias de comunicación, centros de creación y gestión cultural, etc. Ingresos extra como DJ y liante.
No hay comentarios