Este 22/02/2022, poético hasta para morir, se apagó inesperadamente una de las últimas grandes voces del ya bastante tratado y manoseado movimiento Grunge. A los 57 años nos ha dejado el enorme Mark Lanegan, reconocido por su trayectoria en Screaming Trees, su carrera en solitario y sus muchos proyectos y colaboraciones, desde la maldita Mad Season, pasando por Queens Of The Stone Age, Soulsavers y yo qué sé qué más. Si sale hasta en el penúltimo trabajo hasta la fecha de los extremos Cult Of Luna, el tío.
Desde que irrumpió con su banda madre Screaming Trees, siendo un jovenzuelo más del movimiento de camisas de franela, melenas mal cuidadas y traumas personales convertidos en himnos para una generación, ya destacó por su voz cazallera y desgarrada de fumador empedernido, con la que jugó hasta el prematuro fin de sus días y, aunque siempre quedaron a la sombra del cuarteto clásico (ya sabéis, Nirvana, Pearl Jam, Alice In Chains y Soundgarden), Screaming Trees han llegado a nuestros días como una banda de culto (bendita etiqueta) y una de las más respetadas de aquella generación.
A partir de ahí, siempre estuvo abierto a colaborar con quien se lo pidiese, siempre que valiera la pena, claro. Encerrado en su estudio, en el que pasaba días enteros, hizo lo que quiso en su carrera en solitario, jugando con el folk, el blues y hasta con la electrónica en los últimos tiempos. Recientemente publicó sus memorias, acompañadas de un disco para ponerle banda sonora, Straight Songs Of Sorrow, y también un libro en el que hablaba de su experiencia en coma inducido debido al covid, del que parecía haberse recuperado.
Así era Mark Lanegan, único en su especie. Bien amarrado al pie de micro, sin parafernalias innecesarias, dispuesto a escupirte su voz con textura de papel de lija, acogerte en su roñosa miseria y acompañarte de la mano al fondo de tu alma.
Mark nunca fue una rockstar de la vida, más bien al contrario. Siempre tuvo un carácter reservado y, en ocasiones, tosco. Dependía de cómo lo pillases. Así te daba una entrevista en la que te partías de risa o te contestaba con monosílabos a ver si le dejabas en paz de una vez. Así se iba en mitad de un concierto en Barcelona enfurruñado por los problemas técnicos como se sentaba a firmar y hacerse fotos con los asistentes a su concierto en Valencia al día siguiente. Así era Mark Lanegan, único en su especie. Bien amarrado al pie de micro, sin parafernalias innecesarias, dispuesto a escupirte su voz con textura de papel de lija, acogerte en su roñosa miseria y acompañarte de la mano al fondo de tu alma.
Desde que me sumergí (veinte años tarde) en el mundillo grunge, su peculiar tono me llamó la atención desde el primer segundo, cuando saltó «For Celebrations Past» del álbum Sweet Oblivion de los Trees, y ya no me despegué de él. A partir de ahí me ha acompañado a muchos lugares, reales o imaginarios, y siempre ha estado ahí cuando lo he necesitado, como el más fiel de los amigos. En el mencionado concierto de Valencia, en 2019, tuve la suerte de poder darle las gracias por todo lo que, sin él tener ni puta idea, ha hecho por mí. Seguramente le dio igual, habrán sido miles que lo habrán hecho antes, pero para mí fue más que suficiente.
Sin duda, su música seguirá pegada a mí hasta el fin de mis días.
Gracias eternas por tu legado, Mark.
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Aquí Jose, un apasionado del Rock y el Metal en prácticamente todas sus vertientes. Escribo en varias webs (La Poza del Meh, Dioses del Metal, Necromance Magazine) y colaboro en El Fantasma de la Opera Radio y la plataforma Heavy Balears.
Izzy
3 marzo, 2022 - 22:09 h.También ha sido un compañero desde la distancia, o desde la cercania de sus discos, fui a verle en la gira de fields songs, tengo una foto de ese concierto con el, que lo guardo como un tesorito, mi amigo Mark, no le conocia pero que bien nos llevábamos. Gracias por tanto Mark Lanegan.