Son muy pocos artistas los que lograron lo que Bob Marley, pasar de ser un músico de una pequeña isla del Caribe a convertirse en un icono mundial, en ese profeta musical que llevó el reggae y la cultura jamaicana a cada rincón del planeta. No solo fué su música, sino también su característica imagen con sus rastas, sus ropas coloridas y su aura espiritual, desde el principio simbolizó algo más allá de las canciones. Marley fue el embajador de su cultura, su religión y de un estilo de vida que aún hoy, más de 50 años después, sigue inspirando.
Para entender el fenómeno Bob Marley, hay que situarlo en el contexto de los años 70, una década marcada por el desencanto y la búsqueda de nuevos ideales. La cultura hippie había dejado un hueco en millones de jóvenes que, con ansias de libertad y espiritualidad, vieron en Marley una figura con la que conectar de inmediato. Su música, cargada de mensajes de paz, justicia y unión, se convirtió en todo un himno global.
A mediados de los años 60 en Jamaica, Marley ya destacaba como uno de los grandes exponentes del reggae junto a otros, como Peter Tosh. Pero Bob no era un músico más, había algo en su forma de transmitir esos ritmos sincopados que lo hacía especial, casi místico. Es imposible separar su música de su vínculo con el movimiento Rastafari, al que se consagró renunciando al catolicismo, y con el consumo de marihuana, cuyo consumo él no consideraba como un pasatiempo recreativo, sino como un acto espiritual, una vía de conexión con lo divino.
El culto Rastafari, esa peculiar mezcla entre paganismo y cristianismo con profundas raíces africanas, especialmente en Etiopía, representó para Marley un camino hacia la liberación espiritual y social de la comunidad negra. Con esa filosofía, Marley se convirtió en un líder no solo musical, sino también cultural, social y político.
Marley y su banda, The Wailers, fueron sin duda los responsables de que el reggae entrase en el panorama internacional, especialmente tras su fichaje por el sello Island Records, lo que provocó una explosión de popularidad que lo llevó a girar por todo el mundo. Su música no solo se escuchó más allá de Jamaica, sino que logró conectar con la aristocracia del rock británico y estadounidense, con artistas como The Clash, The Police y hasta los Rolling Stones, que eran grandes admiradores suyos y quedaron totalmente fascinados por su figura.
Pero ya hemos dicho que Bob Marley fue mucho mas que un simple músico. Su compromiso con la causa social y política le metió en más de un lío, como aquel intento de asesinato que sufrió en 1976 después de implicarse en las tensiones políticas de Jamaica. Tras ese incidente se exilió en Inglaterra, donde grabó su obra maestra, el legendario Exodus (Island Records, 1977). Un disco donde no solo dejó constancia de su genialidad musical, sino también una profunda reflexión sobre la vida, la espiritualidad y la lucha social. Aquel trabajo supuso un antes y un después para él y su banda, consolidando su estatus internacional. Permaneció 56 semanas seguidas en las listas británicas con temas tan extraordinarios como «Natural Mystic», «Jamming», «Three Little Birds», «One Love/People Get Ready» o «Waiting in Vain», además de la homónima «Exodus».
Detrás de su enorme leyenda, también existía otro Marley , uno con muchas facetas. Su relación con su esposa Rita, sus hijos y su concepto de familia, tan distinto al occidental, dan fe de su compleja y a menudo contradictoria personalidad. A pesar de su estilo de vida libre y sus hábitos —como el consumo ritual de marihuana—, Bob también era extremadamente disciplinado: era un fanático del fútbol, mantenía una dieta estrictamente vegetariana y era abstemio, excepto por su extraña conexión espiritual con el cannabis.
Sin embargo, fue precisamente el fútbol lo que, indirectamente, le llevó a la tumba. Una lesión en el pie, derivada de un partido, reveló un cáncer que Bob no trató adecuadamente debido a sus creencias religiosas. Años después, mientras corría en Nueva York, caía desplomado: el cáncer ya se había extendido por todo su cuerpo. Marley ingresó en una clínica alemana donde estuvo luchando infructuosamente contra la enfermedad durante ocho meses. En el último momento tomó un avión de regreso a casa y el 11 de mayo de 1981 Bob Marley fallecía en Jamaica, dejando tras de sí un importante legado musical que forma parte de la cultura del siglo XX.
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Músico, cantante y compositor en Urtain. Colaborador musical en Cadena Ser / Radio Mallorca. Redactor en Mallorca Music Magazine.
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