Guillermo Borrás (Palma, 1992) es Guille Wheel. ¿Y quién es Guille? Hay un dato de esos que a uno se le quedan revoloteando durante años y, por lo que sea, nunca llegas a contrastarlo. Si no me equivoco, estuve en el primer concierto de los Wheels. Fue en el añoradísimo Cocarroi, aquel espacio tan ilegal como impecable en el polígono Can Valero que regentaba un grupo de gente que amaba muchísimo la música. Eso fue hace ¿quince, casi veinte años?
¿Lo era?
No fue el primero, pero sí uno de ellos. El primero fue un 31 de octubre en Calvià, en la plaza del pueblo. También tocamos unas cuantas veces en un bar de allí, Es Trinxet.
Recuerdo estar allí con Mario Valls exXocolat y flipar ambos con vosotros.
De hecho él estuvo de jurado en el SonoPalma, aquel concurso que durante unos años sustituyó al Pop Rock. Presentamos unas simples maquetas y pasamos, diría que gracias a él.
¿Quién es Guille, entonces? Porque se intuye que hay bastante gente que no sabe que lleva tantos y tantos años en la música. Desde luego no se le ve como un recién llegado, pero tampoco es visión general y uniforme que hace muchísimo tiempo que bendijo su tiempo con la dedicación a la música.
Menor de edad y ya líder.
Éramos todos menores de edad. Yo tenía 15 o 16 años, y era el mayor.
Guille es The Wheels como es Guille Wheel & The Waves. También está por medio en The Ripples, y estos, imbricados en Colorado. Todos sobrepuestos unos a otros como las tejas en un tejado. Si juntáramos en una habitación a todos sus integrantes —Wheels, Waves, Ripples, Colorado— y los empujáramos a hablar de música, ¿cuándo se le otorgaría la palabra a Guille? ¿Ya al principio, en el medio, al final de la conversación a múltiples voces? ¿Quién es Guille, qué lugar ocupa en lo que Toni Sbert, líder de los Ripples, llamó «una comuna musical»?
Tienes muchísima experiencia en la música. En el trabajo y la inspiración, composición, producción, puesta en escena y directo. Diría que eres quien tiene más recorrido. ¿Recurren mucho a ti? Elucubro reflexiones en tu entorno musical: «No sé cómo acabar esta canción; seguro que Guille sabe cómo»; «si queremos conseguir un sonido propio, mejor le pedimos consejo a Guille»; «para tener un buen directo mejor lo encaramos como diga Guille». ¿Eres un gurú? ¿Un líder?
[ríe] Te lo agradezco mucho, pero no me lo considero para nada. Sí puedo haber tenido la capacidad de imprimir optimismo.
Pues ya lo sabemos: Guille es sencillamente un tío optimista que consigue transmitir su optimismo. Normal que lo sea, porque hace muchísimos años decidió intentar que la música fuese un capítulo fundamental en su vida, y no solo lo consiguió sino que a día de hoy lo sigue consiguiendo. Tanto que acaba de lanzar su primer disco en solitario, Island Joy.
¿Recuerdas cuándo naciste a la música?
El origen de mi interés en la música surge primero de mi tío Ángelo Borrás [guitarra y compositor de la mayoría de las canciones de Sunflowers]. Recuerdo un concierto del grupo, teniendo yo 6 o 7 años. Al volver, en el coche con mis padres, dije «ya sé qué quiero ser».
¿Y la otra parte, la habitual, la de casa?
La suerte de tener un padre que me descubrió la música de los años 60 y 70. Y de tener un piano en casa con el que empecé a hacer pequeñas piezas.
¿Y de la música de hoy qué te interesa?
Mucha. Me interesa no solo la música de los 60 y 70, o la de mi generación, si no la de hoy porque me gusta estar al día, saber cómo piensa el mundo actual.
¿Por qué has formado tu primer disco en solitario como Guille Wheel y no como Guille Borrás?
Tiene una razón doble. Primero por el vínculo con los Wheels, y segundo por aquello tan de finales de los 90, que me dijo mi tío: «Nunca te pongas tu nombre real».
Entonces no preguntaré si este primer disco en solitario es el disco más Borrás, sino si es el disco más Wheel.
Totalmente. Es el que me define más. El más honesto. Es la primera vez que escribo música solo para mí, no para los Wheels o los Waves, sin pensar en el grupo.
La producción me suena muy sabia. Y no la veo minimalista o económica, como se ha podido señalar, sino muy certera.
Es cierto que el disco tiene muy poco artificio. Es que tampoco soy un virtuoso de la guitarra, ni soy un poeta.
¿Cuándo tiempo de gestión, de concepción previa ha tenido el álbum? Es decir: ¿cuánto tiempo te ha costado desconectar de Wheels y Waves?
La verdad es que he estado bastante tiempo buscando… Con los Wheels no me sentía presionado para componer, en absoluto, pero sí existía siempre la intención, o la necesidad de ir escribiendo nuevo material. Casi me forzaba a componer. Pero no en este disco. He dejado que todo fluyera. Es la filosofía de la calma.
Intuyo que hubo además un factor esencial, importantísimo: un cambio de metodología en la composición.
Exacto. Antes siempre componía al piano, pero este disco está basado en la guitarra. Y las notas de voz [ríe].
¿Y tuviste feeling con la guitarra como compañera de composición?
Mucho. Al final parecía que era rasgar la guitarra y tener la sensación de como si encendieras la radio.
¿Has escrito el disco para ser escuchado en un hábitat concreto?
Me encantaría que se escuchase tanto sin salir de la habitación como desde cualquier lugar remoto.
Conceptos ya habituales para definir tu música, cualquiera de tus músicas: luminosidad, incluso hedonismo.
A veces me pregunto si tengo una visión idealizada de todo ello. Puede ser. Lo que pretendo es dar una visión optimista: si estuviera en un atasco me gustaría escuchar una música que me sacara de allí.
¿Escribes canciones triste o de mal humor?
¡Claro! De hecho me encanta que pueda parecer que no. Me pasa como a los brasileños, de quien mi chica me dijo «fíjate, no son tan felices». No todas mis letras hablan de cosas alegres.
Paremos el reloj, paremos los cielos, todos los planetas y todos los universos. Ahora mismo, en este instante exacto: ¿para quién te apetece escribir música?
[piensa] …La verdad es que lo que más me apetece es escribir para los Wheels.
Entonces, ¿qué canciones van a salir primero en tu futuro más inmediato?
Para los Waves.
Lo dijiste el otro día en Entrada Anticipada: hay un disco de los Waves inédito, y hasta un videoclip.
Así es. Por cuestiones de timing ha salido antes el mío, pero creo que para finales de año ya estará listo el nuevo de los Waves.
¿Crees que te va a apetecer hacer un segundo álbum en solitario?
Sí, sé que me va a apetecer. Aunque ahora mismo me apetezca más acabar el de los Waves y sobre todo rodarlo.
Este mundo es como es, muy a menudo básicamente superficial. La dictadura del físico, que puede convertirse en bumerán y en hipoteca: ¿has notado prejuicios, incluso hasta menosprecios, por ser un guapazo?
La verdad es que nunca.
Te confieso que con otro proyecto anterior en que estabas, Lili’s House, llegué a reñir a gente harto de oírles decir «pero qué pareja más guapa». En varias ocasiones les ladré «¡¿queréis escuchar la música, que es excelente y es lo que realmente importa!?».
[ríe] Me alegro de oír eso.
¿Qué más has investigado en la música aparte de los referidos años 60 y 70?
Tuve una época en la que investigué mucho los sintes.
¿Electrónica?
Qué va. La verdad, no soy muy hábil con la tecnología. Tanto que aunque muchas veces me he planteado montar mi propio estudio, al final he preferido volver al lápiz y papel.
¿Y qué te apetece más para el directo?
Desde luego, al menos a corto plazo, tocar Island Joy. Y eso que me he encontrado muy cómodo con los Waves en el escenario.
Tengo una intuición de cómo van a ser tus directos. Y diría que tanto para Island Joy como para Waves, o Wheels si los hubiera: sabes cómo van a empezar pero no cómo acabarán.
[ríe]. Exacto.
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Periodista de Cultura desde 1997. Lo último, 18 años en Diario de Mallorca (también como diseñador editorial). Antes recuerda haber pululado por Cadena Ser/Radio Mallorca, IB3 TV/Ràdio, Mondo Sonoro Balears, Youthing o Radioaktivitat, más diversas promotoras, productoras, agencias de comunicación, centros de creación y gestión cultural, etc. Ingresos extra como DJ y liante.
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