ZOO es un grupo valenciano nacido en 2014 en Gandía (País Valencià) que mezclan rock, ska y rap con ritmos electrónicos desde el drum&bass al techno y breakbeat. Sus letras tratan cuestiones políticas y sociales de actualidad en sus tres álbumes y un EP de estudio editados hasta hoy, además de dos directos y varios singles. ¿Son ZOO un grupo político?
‘Panxo’ (Toni Sánchez), estuvo en Orxata Sound System y Sophy Zoo, además de ser el DJ de la banda Riot Propaganda. ¿Es Panxo un artista político, social?
Panxo, el interlocutor de esta entrevista, es una persona con mucho talento para escribir canciones, tanto las músicas como las letras. Zoo es un grupo con mucho talento, tanto en las canciones que entre todos perfilan como, sobre todo, en el directo con el que las defienden. ¿El resto? Para quien le importe, para quien lo considere fundamental por encima de todo. Incluso de la música y del arte. Tal vez baste decir que las canciones de Panxo y Zoo son reales, realistas y fiables en su visión del mundo y de las personas.
Zoo actúan este martes 15 de agosto en Son Fusteret (18h, 31/35€) junto a La Gran Orquesta Republicana y Músics de carrer (banda tributo a Txarango).
Martes 15 de agosto a partir de las 18 h.
Zoo Posse + La Gran Orquesta Republicana + Músic de Carrer (tributo a Txarango)
EntradasPor empezar por algún lado: ¿cómo es tu relación con tus himnos?
Gracias por lo de himnos.
No todos los artistas los tienen. Perfectamente puedes tener una carrera sólida, pero no todas las bandas los tienen, y vosotros tenéis varios de esos que provocan frenesís. O pogos.
Como banda nunca hemos pensado en ello, ni escribimos las canciones con esa intención. Sí hemos creado este proyecto, desde los inicios, enfocado a los directos: bailables, feliz, de celebración, rápido, enérgico. Inconscientemente sí te puede inclinar hacia una manera, una dinámica o un concepto a la hora de escribir. Incluso en canciones más lentas procuras que tengan esos colores. Que muevan y remuevan a la gente.
A menudo un himno lo es por lo musical pero al mismo nivel de importancia por su letra.
Exacto. Es algo tal vez más subjetivo y personal, y es cierto que a nosotros siempre nos ha funcionado muy bien.
Entonces, respecto al directo, de momento no existe ese momento en el vestuario, antes de salir, que se vuelve recurrente y puede que no incómodo o molesto, pero sí repetitivo: «Y ahora hay que decidir cuándo tocamos esta, esta y esta». Porque un himno es una herramienta del directo muy poderosa.
Lo es. Pero de hecho ya estamos en otro momento, que es cuando al diseñar el tracklist de los conciertos, cosa que no hacemos en cada actuación sino al inicio de la gira, tenemos que descartar canciones que sabemos que gustan. Por ejemplo, en esta gira no tocamos «Correfoc», que sabemos que funciona muchísimo. Hay que buscar un equilibrio entre que la gente se lo pase bien y la banda se sienta cómoda con el repertorio que has seleccionado. Teniendo en cuenta también que hay canciones que supongo que no podremos dejar de tocar, como «Tobogan» o «Ventiladors». Aparte de todo eso nos gusta jugar con esas canciones que a lo mejor son más lentas pero también muy bonitas, aunque hayas concebido un repertorio en general más rápido o de más tralla. Es curioso porque es la primera vez que nos pasa esto: al principio íbamos al revés porque con un disco de apenas sesenta minutos teníamos que llenar un directo de noventa. Tener que prescindir de canciones al final es un buen síntoma.
Dale perspectiva a un mallorquín: ¿qué significa ser de Gandía?
¡Uf, buena pregunta! En particular no significa nada, y si significa algo es una cosa que nunca me ha gustado demasiado. Nunca me he sentido muy gandienc. Gandía es una ciudad mediana, con muchos de los llamados «nuevos ricos», de costa, con un modelo de turismo de ocio muy concreto con el que no conecto. A nivel antropológico o cultural, y nos gusta mucho reivindicarlo, sí me he sentido muy de las comarcas centrales del País Valencià. En ese sentido sí es un territorio particular con una identidad muy propia y diferenciada. Son una serie de comarcas al sur de la provincia de Valencia y al norte de la de Alicante que conforman un territorio que comparte peculiaridades muy interesantes a nivel histórico, cultural o gastronómico. Ser de Comarques Centrals del País Valencià, o de la Diània, que es el título de una de nuestras canciones, sí tiene un significado especial que nos enorgullece.
¿La electrónica siempre ha estado en el ADN de ZOO?
Sí, de siempre. Yo venía de hacer rap, que entra ahí entendiendo la electrónica como una manera no orgánica de hacer música por el trabajo con lo digital que implica. Pero sobre todo, la parte de la electrónica que siempre hemos querido reivindicar como parte de nuestra identidad es como música para bailar. Ritmos rápidos, con bombos a negras, desde el drum&bass al techno.
Un acierto histórico del Festival Sònar, hace ya años, fue meter hip hop en su programación al considerarlo electrónica.
Exacto. El rap tiene esa parte fundamental de producción electrónica que realmente es muy orgánica, y no solo por toda la cultura del sampleo que incluso tiene una vertiente muy analógica. Pero como digo, en nuestro caso pesó más la parte bailable, incluso de músicas urbanas de finales de los 80 y principios de los 90 relacionadas con la cultura de club.
Porque además eres DJ (con su anterior banda Riot Propaganda). Y hay unanimidad: dicen que muy bueno.
No era tan bueno [ríe]. Hace mucho que no practico. Me encanta pinchar y mezclar.
Compartís cartel con LGOR y te pregunto lo mismo que a su cantante y líder Javi Vegas: ¿un grupo político, social, es un grupo mejor?
No.
Javi me contestó lo mismo. Me dijo que simplemente no sabía hacerlo de otra manera.
Entiendo que cuando decimos «político» nos referimos a un grupo de izquierdas o algo así. Porque todos los grupos son políticos por acción u omisión. Supongamos que hablamos de un grupo que viene de la tradición de música reivindicativa y de izquierdas. Pero no es mejor un grupo «político». Escucho muchísima música que, al menos aparentemente, no tiene esas características. Diría que es lo que más escucho. Sin carga política explícita ni nada parecido. Zoo hemos sido así siempre porque venimos de aquella tradición, es lo que aprendimos y es lo que sabemos hacer. Aunque hemos ido cambiando: las formas, las fórmulas del último disco son tal vez más sutiles e irónicas. Como decía esta mañana en otra entrevista, escuchándonos es muy fácil saber en qué posicionamiento ideológico estamos aunque no lo digamos de manera muy explícita. Pero no, no creo que un grupo sea mejor por todo eso. Al final casi todo viene determinado por las letras, y hay mucha música clásica o instrumental que me encanta, de la cual no sé a través de qué códigos se puede descifrar lo política que pueda ser.
¿Por qué os ha apetecido editar un directo? [Directe Palau St Jordi, su última referencia de mayo de este año]
Porque ya lo teníamos grabado [ríe]. Era un directo muy diferente: metimos muchos arreglos distintos, dos músicos más en la sección de vientos, un batería en algunas canciones o dos coristas. Prepararlo llevó mucho trabajo y nos apetecía guardar todo ese material. También hoy en día es mucho más fácil grabar toda esa información que entra por la mesa de sonido para después mezclarla tranquilamente en casa. Y ya se sabe, «Cafè per vuit cafeters»: hay seguidores de Zoo a quienes les gusta conocer todos los cambios que Zoo podamos ir haciendo, y nos apetecía darles ese regalo, además colgándolo gratis.
Con Llepolies se pudo leer mucho que era «un camino hacia la autogestión». Y al mismo tiempo, has declarado en diversas ocasiones: «L’autogestió, al final, és només una paraula». Así que me pregunto si Zoo sois un grupo independiente. No indie, sino independiente.
Buena pregunta.
Porque a saber qué significa hoy día ser independiente respecto de la industria musical.
Exacto. Independiente… Si significa funcionar al margen de plataformas de streaming donde reproducir tu música como Spotify o YouTube, no lo somos y hay muy pocos grupos que lo sean. Ni lo somos ni realmente queremos serlo, todo sea dicho. Sí defendemos y defiendo mucho la autogestión, y hemos trabajado mucho en ello. Cada decisión del grupo la ha tomado únicamente el grupo. Sin condicionantes externos como las que se suelen señalar: discográficas queriendo influir en las letras, etc. Ni nos ha pasado ni conocemos ninguna banda que le haya pasado. Siempre hemos sido amos de nuestra voluntad, de lo que el grupo quería hacer y hacia dónde quería ir. Inevitablemente, cuando llegas a unos niveles de trascendencia o repercusión te vas adecuando a lo que consideras. Hemos tocado en muchos festivales que son propiedad de fondos de inversión, que en España son cada vez más o ya la mayoría, y también en otros que no lo son pero pueden tener dinámicas internas cuanto menos cuestionables. Somos una parte más de esa industria y de ese sistema, que es como está montado todo. Dicho eso, nos sentimos un grupo autogestionado. ¿Independientes? Diría que no, pero tampoco sabría poner ahora mismo un ejemplo de grupo independiente que tenga trascendencia y relevancia y haga sesenta conciertos al año.
Con Llepolies también se señaló que había un cierto nuevo rumbo musical, básicamente con menos rap. ¿Sabéis hacia dónde irá el siguiente disco de estudio?
La verdad, no. Todavía falta. Además, hace ya tiempo que me di cuenta de que estando de gira me cuesta mucho crear o pensar letras. Hasta que no acabemos la gira, paremos y pueda coger mi dinámica de trabajo para pensar un concepto de disco y desarrollarlo, ahí sí podré ver hacia dónde me lleva la inspiración, de qué tengo ganas realmente. Es lo que me pasó con el último disco: a medida que iba trabajando descubrí que me apetecía ir más hacia otros lenguajes u otras líricas. Por eso fue un álbum un poco más irónico, o menos explícito, tal vez más sutil. Hasta que no llegue ese momento del proceso creativo, sin conciertos a la vista, en casa con mi sistema y mi ritual de trabajo, no sabré hacia dónde quiero ir. De momento no me ha llegado ninguna idea, pero en ese sentido estoy tranquilo porque ya sé cómo lo tengo que hacer para crear esa dinámica y crear cosas que después pueda trabajar, modificar o descartar. Hace años lo sufría mucho más.
Porque ya con unos cuantos años de carrera profesional es imposible que tus musas sigan siendo las mismas. Lo normal es que no te inspire lo mismo que hace diez años, sea por recorrido personal o porque ya has escrito inspirado por ello.
Totalmente. Ya hace años que me di cuenta de que las musas son cosas muy puntuales, muy casuales, pueden aparecer en cualquier momento. Pequeños detalles, informaciones muy concretas y específicas. Cuando veo algo que puede funcionar, alguna frase o imagen, me la apunto para desarrollar esa idea. Pero para hacerlo necesito mi ritual. Aparte, hay gente que cuando prepara un disco ya tiene doscientas canciones y elige dieciséis. Yo ya no funciono así. Si tengo que tener veinte canciones me organizo unos meses y una disciplina de trabajo: me levanto a las 5 o 6 de la mañana y me siento a trabajar en una mesa con mi ordenador. Muy poco romántico, sin encontrar la inspiración en las estrellas ni usando sustancias espirituosas. Muy sobrio, concentrado e incluso trabajando con varios diccionarios.
Sobre tus letras: eres muy buen narrador, ¿no te atrae la narración larga de 300 páginas?
No, y lo he hablado con algunos amigos. Me han llegado a proponer publicar algún libro con mis reflexiones, y hace algunos años me lo planteé, pero enseguida tuve claro que no. Básicamente porque no es mi técnica. No sé escribir narrativa, y lo he intentado. Un gran amigo mío es un gran escritor de literatura infantil, y cuando he intentado algo parecido he visto que soy incapaz. Hasta me generaba frustración intentarlo. También me han propuesto escribir opinión en periódicos sobre algún tema de política, y he llegado a hacerlo alguna vez en prensa local. Pero cuando lo he leído un tiempo después he querido arrancarme los ojos. Cada cual tiene que saber cuál es su disciplina, y yo hace años que decidí que sé escribir canciones pero no sé escribir narrativa, poesía, ensayo o artículos de opinión. Y lo he intentado. Es decir, puedo disfrutar de las canciones que escribo, pero no de lo que escribo en todo lo que he mencionado. Mejor no caer en lo de «aprendiz de todo y maestro de nada».
¿Para Zoo tiene un plus especial venir a Mallorca? Por señalar un aspecto concreto, si trazamos una conexión teórica entre catalanismo-nacionalismo-conciencia social y política, en Mallorca y en Balears hay una circunstancia: es patrimonio de una minoría de la burguesía. A la Diada de Mallorca, en esta isla de novecientos y pico mil habitantes según el INE de 2021, no van más que un par de cientos de personas. ¿Eso se capta desde fuera? ¿Captáis que la conciencia política y social mallorquina es endeble? Para más pruebas, el porcentaje de votación de las últimas Elecciones Generales.
¿Quieres decir que ese par de cientos de personas son burguesía?
O hijos de. La cuestión es que no les puede interesar si cada familia burguesa tiene siete pisos y la vida resuelta. Se señala que el «menfotisme» es lo que define el carácter mallorquín.
Nosotros como valencianos también hemos sufrido mucho eso. Somos una sociedad en la que la conciencia nacional siempre ha sido un tema minoritario. No burguesa, porque aquí los burgueses son los que han vendido el país, entiendo que igual que en Mallorca. Los que han vendido las playas y han acumulado dinero vendiendo vuestro territorio, que a nivel político suelen estar más vinculados al españolismo y a la derecha. En ese sentido, aquí en el País Valencià también es un sector minoritario y estamos muy sensibilizados con esa realidad.
Es que cuando definías Gandía sonaba mucho al modelo mallorquín.
Sí, pero realmente es peor porque en general el turismo de Gandía es cualitativamente muy bajo. Absorbemos mucha gente cuyo nivel de aportación es mucho menor que lo que aportan en Mallorca. Pero son realidades diferentes y habría mucho que hablar al respecto. La verdad es que no hacemos tanto análisis de la sociedad mallorquina, pero empatizamos bastante con una realidad atravesada por el colonialismo, la explotación y también por ese menfotisme que creo que es muy valenciano y muy del Mediterráneo. De todas formas, cuando vamos a tocar allí vamos a disfrutar y nos concentramos en lo bueno que tenéis.
Enfoquémoslo en algo más prosaico y mundano: siempre se ha dicho que el público mallorquín no baila. Yo pinché en el Canet Rock de 2022, y cuando salisteis se montó tal pogo que recuerdo pensar: «¿Quién era que decía que el público mallorquín no baila?».
Cuando veáis a los vascos ya me diréis si la gente mallorquina baila o no.
No es la pregunta más importante aunque la haya dejado para el final: ¿qué va a hacer el Levante la temporada que viene?
¡Buf! La verdad es que estoy muy poco ilusionado. Tenemos una situación económica e institucional muy jodida, además de que el mercado de fichajes ha sido desastroso. No creo que ascender pueda ser una aspiración real, que es lo que querríamos. Pero iremos viendo. Mañana [por el viernes] juegan el primer partido y, como se suele decir, veremos partido a partido.
Publicado por:
Periodista de Cultura desde 1997. Lo último, 18 años en Diario de Mallorca (también como diseñador editorial). Antes recuerda haber pululado por Cadena Ser/Radio Mallorca, IB3 TV/Ràdio, Mondo Sonoro Balears, Youthing o Radioaktivitat, más diversas promotoras, productoras, agencias de comunicación, centros de creación y gestión cultural, etc. Ingresos extra como DJ y liante.
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