Fue un fracaso. Para qué lo vamos a negar. Pero incluso en la parte oscura del éxito, siempre hay luces y sombras. Eso ocurrió con el disco Mallorcatur. El musical que nunca existió.
En los años 90, y después de un exitoso concierto de Raphel Pherrer en el Auditòrium, nos decidimos a emprender una tarea imposible. Allí mismo, llevados por el entusiasmo, dijimos:
Hemos de hacer un musical. Sí, un musical sobre el turismo. ¡Perfecto! Será el primer guiri-musical… Y nos pusimos a ello.
Recuerdo un fin de semana en una casa de Alconàsser, entregados a una tormenta de ideas. Algunas letras, muchas músicas, y la sensación de hacer algo muy divertido. ¿Qué podía ser más rompedor que releer la historia de Mallorca solo con la óptica del turismo? ¿Los talayóticos? ¡Turistas! ¿Los romanos? Cecilio Metelo Tours. ¿Los musulmanes? Excursionistas de la «ruta de la pedra en sec». Y así hasta la actualidad.
Lo recuerdo como uno de los trabajos más hilarantes que he realizado. Al que se sumó el guitarrista Toni Miranda, para hacer los arreglos e ir grabando las maquetas. En unos seis meses ya teníamos una docena larga de canciones, a partir de las cuales preparamos un proyecto para el Consell de Mallorca. Financiar un musical sobre el turismo. Se hablaba incluso de Margaluz o Xesc Forteza. ¡No podía fallar!
Grabamos el disco en el verano de 1988 en los estudios Digitals de Toni Fernández. No había reído tanto en mi vida. Contamos con la ayuda de buenos músicos, y en otoño ya estaba todo listo.
Pero, ¡ay! Había un pequeño detalle en el que no habíamos caído. Eran los años en que el turismo en Mallorca era algo tan obvio como las flores de almendro en enero. Una cosa natural, cíclica, alimenticia. ¿A quién le podía interesar como sujeto musical? Deberían pasar varias décadas para que la opinión pública se diera cuenta de que el turismo puede fragilizarse, o convertirse en una apisonadora. Y pasar de la flor del almendro al chapapote. Pero todavía faltaba mucho para ello.
De manera que nuestro proyecto quedó en la vía muerta. No hubo musical, ni siquiera una sola actuación. No interesó a nadie. A excepción de los niños de acampada que cantaban por las noches: «Talaiooot, talaioooot…»
Cada uno cargó con su parte alícuota del fracaso. Y siempre quedaba la esperanza de aplicarle el desfibrilador y resucitarlo. Es lo que hicimos en el 2008, cuando se reeditó en CD. Silencio total.
En mayo de aquel mismo año nos decidimos a tocar por fin las canciones en un teatro. El Sans, en concreto. Con la participación de una divertida Miquela Lladó. Nos lo pasamos genial, pero tampoco surgió ninguna posibilidad de llevarlo adelante. A pesar de ser el año de la crisis, el turismo seguía siendo un tabú.
Finalmente, en 2017, llevado por la desesperación lo convertí en un monólogo musical con la parte original del texto y las canciones. Mallorcatur, Pirates, Sant Vicenç Ferrer, Un hivern a Mallorca, Catalina Homar, Hamburger road… Logré hacer tres bolos, a los que acudió el escaso público que lo tiene como un disco de culto. Una «rara avis». Y nada más.
Mirando hacia atrás, me asombra comprobar como aquellas canciones que hoy suenan un poco ochenteras fueron a su manera demasiado avanzadas para su tiempo. Poco comerciales. Pero proféticas.
Publicado por:
Carlos Garrido Torres (Barcelona 1950) es periodista y escritor. Ha hecho también carrera en la música, formando parte, entre otros proyectos, de Rock & Press. Es autor del libro "La Guitarra Platónica" (Documenta balear) donde cuenta su adolescencia musical.
Sitio web: carlosgarridotorres.com.
No hay comentarios